Contenido 4 CDs:
CD 1: Zarzuela.
CD 2: Jotas Zarzuelas,Plegarias.
CD 3: Canciones.
CD 4: Canciones,Himnos,Operas.
Juan García (Sarrión, Teruel, 1896-Buenos Aires, 1969).
A finales de 1925 llegó a Egipto con la compañía de Pietro Mascagni.
No se sabe bien por qué, pero la compañía regresó a España en enero del 26 sin el aragonés,
que se quedó colgado y sin recursos en El Cairo. El propio Juan García no explicó nunca qué ocurrió,
e incluso fabuló acerca de su estancia en Oriente, asegurando que había cantado en harenes y en palacios
llenos de bellas huríes. Pero el regreso a los escenarios españoles le costó casi 10 meses, de los que poco o nada se sabe,
a excepción de que cantó para unos aviadores españoles de paso por la capital egipcia.
Pero a la vida de Juan García le van quedando pocos misterios. Juan Villalba Sebastián,
que en 2003 ya elaboró un librodisco sobre su paisano, acaba de publicar ahora una biografía que,
a lo largo de casi 300 páginas, recorre la vida de este personaje, lamentablemente semiolvidado en Aragón.
El libro reconstruye su carrera musical, ofrece un perfil humano del cantante y aporta
un valiosísimo conjunto de fotografías desconocidas hasta ahora. El perfil artístico de Juan García está, por fin, asentado.
Y lo que revela el trabajo de Juan Villalba es un gran tenor y cantante, completo, versátil, popular y generoso.
Tuvo la desgracia de vivir en una época en la que estaban los mejores, desde Lázaro a Fleta,
y en la que la ópera vivió una de sus peores crisis.
El libro se titula 'Juan García, el tenor de los Reyes' y se publica gracias al empuje de la Unión Musical de Sarrión
y del ayuntamiento de la localidad natal del tenor.
«La vida de Juan García es apasionante, como la de todo aquel artista que surge de abajo, de muy abajo,
y acaba logrando un éxito tremendo. Él nunca olvidó ni sus orígenes ni su tierra», apunta Juan Villalba.
Formación por etapas
A la música llegó de la mano de su familia. Su padre, ciego, era organista y director de rondalla;
su madre le introdujo en la jota. Tras estudiar en Barcelona, se trasladó a Milán para completar su formación musical,
aunque para subsistir tuvo que trabajar de todo, hasta de pintor de brocha gorda.
«Se tuvo que ir formando por etapas y reinventándose a sí mismo -relata Juan Villalba-.
En cuanto podía regresaba a Italia, a tomar clases con su maestro, Arnaldo Galliera.
Tenía carencias formativas en el canto... pero musicalmente era integral.
Pocos como él podían cantar ópera, zarzuela, jotas, canciones populares... y además componer,
ser un buen letrista y arreglista».
En Italia triunfó con 'Rigoletto', en España con 'Manon'.
En la temporada 27-28 puso en pie al público madrileño con su interpretación en 'El barbero de Sevilla'.
Cantó varias veces para la Familia Real, y de ahí su apodo de 'el tenor de los Reyes'.
La crisis de la ópera en España a principios de los años 30 frenó su trayectoria.
«Era un tenor ligero, no tenía un amplio registro de voz, no era en nada comparable a Fleta -explica Juan Villalba-.
Por eso, con la crisis de la ópera acabó derivando hacia la zarzuela y la canción romántica».
Y en el género chico volvió a triunfar, con éxitos legendarios interpretando obras como 'La picarona',
de Alonso; 'El ama', de Fernández Ardavín y Guerrero; o 'La moza vieja', de Luna, Romero y Fernández Shaw.
Y llegaron también los conciertos, en teatros y plazas de toros, con generosidad casi suicida en los bises,
y las actuaciones en favor de colectivos necesitados.
«Era muy generoso y se daba a los demás. Participaba en todos los homenajes que podía y siempre cantaba jotas.
Quería a su tierra y se sintió siempre un hombre de pueblo y del pueblo».
Y fruto de esa sintonía lo constituyen creaciones suyas como 'Morucha',
que aún hoy sigue siendo un clásico para voces a caballo entre la ópera y la canción.
De algunos de sus discos se vendieron cientos de miles de ejemplares.
A principios de 1936, la orquesta que había creado fue contratada por Radio Belgrano, de Buenos Aires.
Y nunca más regresó a España. «Ese es otro misterio, porque no era un exiliado -apunta Juan Villalba-.
Estaba en sintonía con los franquistas, colaboró con gente próxima a Sanjurjo,
así que no hubiera tenido problemas para regresar a España. Pero se sentía a gusto en Argentina».
Aunque contrajo matrimonio no tuvo descendencia. Y quizá por eso no se le ha reivindicado,
hasta que ha llegado el trabajo de Juan Villalba. «Lo que me sorprende -concluye-,
es la capacidad que tenemos los aragoneses para olvidarnos de nuestros grandes artistas».