"Lo boyero" (Lo boièr)
Adaptación en lengua aragonesa de un canto tradicional occitano, popular en la región de Languedoc durante la Baja Edad Media. Cuenta la historia de un boyero que encuentra a su mujer enferma y trata de reconfortarla con la promesa de comida, a lo que la mujer responde con una serena condición de enterramiento para su próxima muerte. La iconografía de la canción se nutre del imaginario cátaro.
La esposa recibe el nombre de Joana, versión femenina del nombre que los cátaros daban a sus fieles antes de renacer a la vida espiritual, y es descrita como "desconsolada", aludiendo a no haber recibido aún el consolamentum. Además, las viandas formuladas por el boyero son un rábano, una col y una alondra magra, evidentes alusiones a las familias nobles de Rabastens (rábano se dice raba en occitano), Caulet (col se dice caulet) y Magrin, protectoras del catarismo.
Finalmente, Joana solicita ser enterrada en lo más profundo de la bodega de la casa con la cabeza bajo un manantial, en clara alusión al agua del consolamentum, y menciona un rebaño de cabras, haciendo referencia a una tradición que conecta el signo de Capricornio con el retorno del espítitu. En cuanto al uso de las cinco vocales, parece que más allá de su uso como recurso estilístico y mantra, simbolizan una pirámide fónica dirigida al cielo.
Zarramencho
Elena Martínez y Laura Benito lideran este nuevo proyecto que, desde el valle del Jiloca, trata de renovar la escena de la música folk en Aragón. Su propuesta se inspira en la tradición musical de toda la geografía aragonesa: de las sierras y valles del Sistema Ibérico hasta el Pirineo, pasando por la ribera del Ebro, los Monegros… sin perder la mirada a territorios más o menos cercanos, como, por ejemplo, el área occitana.
Acompañan a Laura y Elena en este proyecto Arturo Lozano, cuya dilatada trayectoria en el ámbito del jazz y la música moderna imprime un carácter absolutamente innovador a la propuesta de zarramencho, siendo fundamental su labor como director musical del grupo, y Chabier Crespo, con un largo recorrido a sus espaldas en la escena folk aragonesa.
La voz y la percusión adquieren un protagonismo esencial en zarramencho. Tal es así que el trabajo vocal se configura, indudablemente, como el plato fuerte de la receta musical de zarramencho, mediante un cuidadoso trabajo de las voces basado en una decidida apuesta por polifonías poco convencionales. Asimismo, la sólida base rítmica en la que se conjuga el sonido de la percusión tradicional con sonoridades electrónicas, constituye el otro elemento clave de la propuesta de estos cuatro músicos aragoneses que no tienen ningún reparo a la hora de mezclar los sonidos de instrumentos acústicos como el pandero o el chiflo, con los de sintetizadores y guitarras eléctricas.
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